miércoles, 21 de mayo de 2014

OBSTINACIÓN IN TERMINIS





La dulce e inocente Princesa Caradeardilla no se había dado cuenta. Pero en cuanto le hice notar que tenía un poco desviado el paleto izquierdo y que se movía, no paró hasta que se lo sacó. Aun llorando de dolor. Aun horrorizada de la sangre que brotaba. Aun asustada por el acusado retorcimiento que estaba adquiriendo la pieza (aquí seremos pequeños, pero no tontos, que no es normal que un diente plano se presente de canto y eso puede impresionar). De la nada al Ratón Pérez en poco más de media hora.




Un boquete así se nos ha quedado
  
La chavala quería una comba, qué caramba, como la que le había traído a su hermana hace ya casi un mes. Y el que la sigue la consigue. Aunque cueste sangre, sudor y lágrimas. Literalmente.

(Loas sean dadas al instinto acaparador de la Madreconcarné y sus múltiples almacenes-recoveco, que abastecen incluso con las tiendas cerradas)



Me llamo Pérez, ratón Pérez.

         Como es lógico, (?) a las seis y veinte de la mañana (!), se oyen voces y algarabía en la habitación.

-         Mira mamá -dice la Princesa Caradefresa- y se ve en la oscuridad. Lo veo todo en la oscuridad. Yo veo en la oscuridad.”



Princesa Caradeardilla, hija mía, bien está ser perseverante. Pero igual lo de sangre, sudor y lágrimas en versión literal lo dejamos. Si casi no estoy segura de que para estar bella haya que sufrir…

Princesa Caradefresa, hija mía, si te vas encontrando algún otro superpoder, ya me vas diciendo. A ser posible cuando me haya puesto los oídos.




2 comentarios:

  1. Yo también me arrancaba los dientes en cuanto empezaban a moverse. Ya empiezo a sospechar por qué tengo uno torcidillo... Eso sí, en la oscuridad no veía, aunque no me extraña porque llevo gafas desde los nueve años así que a duras penas veo con luz.

    Besotes!!!

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    1. Aquí otra que también pertenece al género burro. No paraba hasta que los arrancaba, y hasta me molaba el boquete que dejaban.

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