lunes, 12 de agosto de 2013

PORQUÉ LOS DIOSES HINDÚES TIENEN TANTOS BRAZOS


Yo no sé porqué los dioses hindúes tienen tantos brazos, pero me columbro que será porque tienen unos niños bastante moviditos (e se non è vero, è ben trovato, como se suele decir).

Lo que explica lo de Párvati y Shivá, a la sazón progenitores de ciertas criaturas crónicamente soliviantadas y en tal estado de agitación, que ríete tú del movimiento perpetuo.

Alguna ventaja tiene que tener la naturaleza divina (divina de la muerte, claro está), y en el caso que nos ocupa es la de que tu descendencia puede no corresponder a los arquetipos establecidos en el correspondiente panteón. Véase.


Querida Candace: tienes un problema. Cuando yo comencé el blog, tú ya eras una preadolescente con los nervios a flor de piel, y tu parecido con la genuina Candace Gertrude, por no hablar de ciertos berridos (¡mamáaaaaa!) es tal, que ya en ocasiones te lo hemos hecho notar. (Ahora que lo pienso, el fin de semana pasado acabó con el pelo rojo, fruto de ciertos experimentos en los que no tengo nada que ver, tralará, tralará, silbidos mirando al techo). No, no persigues a tus hermanos… hasta donde yo sé. No más allá del chincha rabiña fraterno y el manejantismo de hermana mayor. Así que lo siento, querida, pero te vas a quedar con el remoquete para los restos. (Ha, ha, ha, mía es la venganza, estoooo, no he dicho nada.)

Pose más habitual
 
Hubo un día en que Candace fue La Única: la única hija, la única nieta, la única sobrina… Pero ese día está ya muy muy  lejano, se pierde en la noche de unos tiempos que la mayoría de nosotros nos estremecemos al recordar (debía ser el único bebé del mundo que no dormía ni una hora seguida. Nunca. Una pesadilla. Tampoco comía, claro está). Así que, bien pensado, al final has tenido suerte, Candace, mira que si abro el blog cuando eras bebé…
   
Posible evolución de Candace
Otra posible evolución






Si volvieran los 80`s
No descartemos nada
En fin... todo podría suceder

Es nuestra amiga Candace corredora cuasiprofesional,  capacitada como pocos para las carreras de vallas, dotada cual está de dos luengas piernas, que del suelo le llegan hasta la barbilla (palmo más, palmo menos), plegándose por su medio. Su capacidad para largarlo todo sin contemplaciones es temida por los adultos que la rodean, siendo que las  indicaciones y advertencias previas, o bien le resbalan, o bien huyen despavoridas de su memoria. Sabe ser mona y encantadora como la que más, cualidad que raramente usa, como su homónima originaria (dí que sí). Y como ella, aparentemente reniega de sus hermanos, pero a la vez los quiere tanto que les dedicaría una lacrimógena canción.


En cuanto a correr, Vaiolet no le va a la zaga. Aún está por desarrollar su potencial. De momento, se entretiene en actividades mucho más convencionales y sosegadas, propias de su naturaleza, como pender del techo practicando heterogéneas evoluciones en el vacío, entrenar juegos malabares y ejercitarse en el trapecio (existe testimonio gráfico para la posteridad).

Lejos de ella la inseguridad y el conformismo. Todos recordamos aquel episodio sucedido cuando comenzaba a aprender inglés y a escribir con soltura. Se le pidió en un examen que escribiese los números en inglés. Y ella, ni corta ni perezosa escribió: guan, chu, tri… (Claro está que en clase sólo los recitaban y nadie se preocupó de enseñárselos por escrito. Muy hábil, profe…). Cuando la seño la corrigió, entró en cólera. “¡¡¡Son así!!! ¡¡¡Los números en inglés son así, que yo me los sé muy bien!!!” Pues claro que sí, Vaiolet. Tienes toda la razón. Como que te llamas Vaiolet. Con todas las letras. Que se fastidien, ya lo dijo Unamuno.



Si, sabe poner esta cara, aunque no se prodiga
Genio y figura

Lo que no es óbice para que sea discreta y moderadamente tímida, como la Vaiolet originaria. E igualmente semiescuálida (oh, garbanzos con arroz de la abuela, venid a mí). Sabe no hacerse notar, cuando le conviene, la muy pillina (te hemos cazado, amiga), lo que la dota de relativa invisibilidad. En compañía de su prima Princesacaballobebé forma el tándem “hermanas adolescentes”, y en solitario, “La Niña Titiritera”. Próximamente en sus pantallas.


Actividad tipo "hermanas adolescentes"



Actividad tipo "la Niña Titiritera"


Dash, como él mismo dice, sabe hacer muchas cosas bien, lo que pasa es que a veces se le olvida. Ya no sufre incidentes embarazosos perocomoesposiblequetehayaspuestoasiiií! (gracias a alguno de ellos se forjó su alianza con el Epigrafista, así que no hay mal que por bien no venga). Tiene habilidades artísticas, aunque en ocasiones le puede la dispersión (ese retrato de familia, todavía me lo debes, Dash, que te dije que era para el frigo, pero en realidad es para el blog).

Por supuesto, corre como el viento, no podía ser menos. Pero no queda ahí la cosa: esquía como el viento, surfea como el viento, salta a la comba impecablemente, y dentro de nada nos sorprende practicando el ciclo-parapente-petanca. Fiel a sí mismo, no secunda, cual borrego, deportes excesivamente mayoritarios. Sólo flirtea con ellos ocasionalmente. Es el espíritu olímpico y la inconsciencia personificados al alirón en un renacuajo de poco más de medio metro. Un proto-JesúsCalleja en ciernes: “¿Y de mayor qué quieres ser?” “Excursionista”.

 



Su nombre no necesita explicación alguna, para los que le conocen. Es clavadito a cierto Dash, tanto en lo físico, como en su actitud y aficiones.


¡Es él!



A la vista de tal progenie, ¿cómo desfallecer un instante? Es un lujo que Párvati y Shivá no pueden permitirse. Haciendo uso de todas sus extremidades, dan de comer a uno mientras se aprestan a socorrer a otro. Atienden el correo electrónico al tiempo que persiguen a un tercero, que huye como una flecha en un patinete escaqueado. Hay que buscar a Vaiolet, que se ha vuelto invisible otra vez, tomarle la tabla de multiplicar a Candace, meter a Dash en la ducha, estar al cuidado de que la una no se escaralle, la otra no  tome lácteos, y que aparezcan esos patines, que nos tenemos que ir ya, todo a la vez. Mención de honor merece Párvati, en lo que a multiplicidad se refiere. La agitación constante le induce ramalazos ocasionales de maternidad mancomunada. Es lo que tiene el piloto automático, que salta por defecto.

Los cuatro brazos dan lo mejor de sí en la preparación de un viaje. En cada periplo el Vájana transporta tal cantidad de enseres que hace bueno lo de que “la montaña va a Mahoma”, pareciendo éxodo y migración lo que no es sino simple escapadita (cómo no: hay que tener previsto que, al padre de las criaturas, igual se le viene a las mientes lo guay que sería hacer esquí acuático comiendo pirulís. Si es que tienen a quién salir…). Como buenos seres mitológicos están dotados de instrumentos mágicos: unas maletas prodigiosas, de las que surgen toneladas de ropa… que apenas necesitan, faltando precisamente la pieza más imprescindible (tragada por un insondable agujero negro del que no sabía nada, dice el afectado/culpable con cara de no haber roto un plato en su vida).  

El Vájana presto para salir

Así no hay quién encuentre nada
¿Que los roros quieren saltar a la comba? Pues alguien tendrá que darles. ¿Que les gusta ir en bici? Pues nada, todos juntitos a hacer el camino de Santiago (la primera etapa no pasaron de 20, pero la última hicieron 69 kilómetros como unos campeones).  Es lo que tiene haberlos educado alejados de videoconsolas, que el asilvestramiento de la prole es muy cansado... para quienes les rodean.

Donde hubo, algo queda. En esta familia hay una cosa que encanta a ascendientes y descendientes por igual: sentirse único por un breve espacio de tiempo. Esto es: “estás de hijo único porque tus hermanas se van al campamento ¿no te gusta?”, “AbuMaestra, me quedo contigo de nieta única” “¿Vienes conmigo y pasas la tarde de sobrina única?” (Curiosamente, enseguida se echan de menos). Si, queridos míos. Sois únicos. Todos. O más.


P.S. He intentado hacer un dibujo ilustrativo para la entrada, de toda la familia haciendo esquí acuático comiendo pirulís. Pero no me sale. Se aceptan colaboraciones.



Futuros hijos míos:

1.- Lo de la consola lo veo difícil. Pero en el palacio rural tenemos una maroma de amarrar buques fenomenal para saltar a la comba.

2.- Vuestro padre y yo aún no tenemos cuatro brazos, pero todo se andará.

1 comentario:

  1. Jajaja. Qué tremendo... Recuerdo que con mi hermana nos daba por adoptar poses rarunas para imitar a Ganesha. No, nosotras tampoco somos normales. Besotes!!!

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