viernes, 19 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, VI, Y YA.




  Adiós pues a ti, piso en el que hasta ahora hemos vivido. En ti, nada es lo que parece. No quiero imaginar las caras de tus futuros ocupantes cuando descubran que para abrir las ventanas hay que sacar las barras de las cortinas de sus alcayatas. Que cuando nieva, la fresquera del vecino gotea directamente en tu cocina mientras él lo niega con porfía. Que cuando llueve, no se puede ver casi ningún canal de televisión. O la factura del gasoil, que nada tiene que envidiar a la de combustible para aviones del ejército estadounidense y la Pan Am juntos (en cómputo de lustro completo, se entiende).


   El gélido aroma del invierno se cuela por las rendijas de ventanas y puertas (no os fiéis de las persianas: su caja es un frigador de cientos de frigorías de potencia). El número de enchufes por habitación no pasa de uno (no os fiéis: parece que hay más, pero en realidad sólo uno funciona, y hace falta adaptador para todos ellos). La puerta de la calle está tan combada que podría ilustrar un manual de carpintería bajo el epígrafe "esto es lo que pasa si lo haces mal, so tarugo" (no os fiéis de su lustre y colorido, todo son ficciones y añagazas de tahúr de tres al cuarto). Aquí hemos alcanzado invierno tras invierno la envidiable temperatura de 9 grados en el pasillo de casa (no tiene porqué ser así si rellenas cada semana el depósito de 700 litros de gasóil, pero es que nos gusta pasar frío, es muy bueno para el cutis.) Lo sé: es quejarse por quejarse. Así somos. De natural endeble.


Pues yo no lo veo tan mal


  
 Sobre los techos, no tengo palabras. O mejor: no digo nada. Desde el día en que entramos y alcé la vista a las alturas, transito por mi propia morada ojerosa y cabizbaja con el temor de que el cielo se desplome sobre mi cabeza, cual habitante de la aldea gala que soy. Y no por su precariedad, válgame Dios (ojalá: su solidez y afianzamiento es tal que desistimos de la empresa de derribarlos. Ojoplática quedé tras comprobarlo.) Lo dicho. Que no digo nada. Hacer vida familiar en una disco de los 60´s es lo más.


Una manita de pintura hubiera bastado



   Baldosas semovientes. Lavadora caminante. Esquinas inaccesibles. Techos imposibles. Ventanas sopladoras. Temperaturas inhumanas. Estanterías de cartón. Solaz desazonado. Muebles parcialmente desencolados. Moho pertinaz. Gotera quesiemprevuelves. Manillas pendulares. Puertas quenocierran. Vanos malcercados. Cerradura de empecinada reciedumbre. Tendedero parabólico. MadredeChuchy de aviesa mirada...
  
Sólo una virtud tenías a nuestros ojos, vieja morada: la proximidad de vituallas ovorregias. Elquenopuedesernombrado notará nuestra partida. No sé si El Epigrafista podrá soportarlo.
Adiós, adiós para siempre. Nos díste cobijo una vez. Quizá nunca volvamos a vernos (Crucemos los dedos y toquemos madera).

   
Marco incomparable, vistas privilegiadas, acabados de lujo y un gran etcétera nos aguardan.
(Sobre todo un gran etcétera en forma de cómodas cuotas mensuales.)

Aquí la habitación de las ninias
(La lámpara no se lleva tanto con la que ellas eligieron, la verdad.
Ya pende de nuestro techo, para peligro de la epigráfica frente)

Hasta tendremos choza del coche (Homer dixit)
(Sólo le veo un insignificante fallo: que no tenemos coche.)
  

Hijas mías: no vayáis a pensar, por tan edulcorado relato, que nuestra vida en el piso que dejamos únicamente fue jauja y regocijo. Recuerdo que una vez me rompí una uña, no os digo más. Hemos nasío pa sufrí.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, y V




Adiós, Manga-riega. Pintoresco personaje de mis mañanas que ya no volveré a ver en plena faena. Adiós. Nunca olvidaré cómo nos saludábamos con apenas un leve asentimiento de cabeza a las siete de la mañana todos los santos días laborables, ni cómo, en un gesto de amabilidad sin parangón, desviabas a un lado los chorrocientos litros por segundo direccionados hacia mi persona para dejarme pasar (el que no me mojara los pies es otra historia). Sólo lamento que mis hijas nunca me oirán cantar aquella tonadilla que cantaba el abuelo Chacal “la manga rieeega, aquí no lleeega, si llegaríiia, me mojaríiia.




La manga rieeeeega, aquí no lleeeeega
Si llegaríiiiiia, me mojaríiiiia.
Con razón dicen que son malos tiempos para la lírica.
 

   Adiós al riesgo de morir in itinere, más bien real que hiperbólico, y no lo digo por la cotidiana mutación acaecida por obra y gracia del agua vertida en el otrora sólido pavimento estradal, que matutinamente se transforma en laguna siseante con propiedades tan altamente resbaladizas como si de caminar sobre el lomo de un delfín con zapatos de teflón se tratare. Tampoco me refiero al empapizamiento piesero nuestro de todos los días, que a eso ya casi me he acostumbrado. No. Lo digo por aquella nada lejana ocasión en que las deslizantes propiedades adquiridas propiciaron que una moto y su equipado caballero me pasaran apenas de soslayo, salvándome yo del brutal envite por la pericia del jinete y mi habilidad respingo-acrobática a partes iguales, no sin daños, todo hay que decirlo (loas sean dadas a las evoluciones gimnásticas aéreas, al Jinete Desconocido, a mi amiga La Masajista y a la Providencia en general).

  Adiós Manga-riega. Adiós baldosas asesinas. Mis mañanas serán algo distintas, y supongo que las vuestras también.



Actividad mangarriéguica alternativa.



Hijas mías: vosotras hacéis casi la misma ruta para ir al cole, aunque unas horas más tarde. Lo vuestro es caminar entre el laberinto de camiones descargando y jugaros el cuello al ras de raudas furgonetas que pasan escupiendo malos humos. Así que también estáis de enhorabuena.




lunes, 15 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, y IV



Adiós, baño infernal. En ti, nada funciona.

No sólo eres frío (qué digo frío, ¡gélido! ¡Mas quisieras que ser infernal!), sino que nada de lo que hemos hecho por ti parece ser suficiente.

 

Tiene el encanto de lo rústico, eso sí
 

Aún recuerdo cuando repristiné el estado originario de tus sanitarios con la sola ayuda de rascavidrios y una buena dosis de aceite de codos, cual trasunto de capítulo Decogarden de bajo presupuesto. Te pintamos, te reembaldosamos, te dotamos de aditamentos a juego, te ornamos con lo más escogido de las obras de arte salidas de mis propias manos. Hasta cambiamos el desaguadero máximo en nuestro afán de verte más chic y menos desaborío (nada tuvo que ver con la perentoria necesidad ni con las goteras a la vecina de abajo). Todo por ti. Todo en vano. 

Claro, tú dirás que qué culpa tendrás tú de que una pésima caldera trasiegue gasoil sin rendimiento ninguno, esquilmando nuestros bolsillos, hasta llegar a la decisión de apagarla (¡cuán crudo es el crudo invierno! ¡cuán crudo, ay, multiplicado por varios enteros!). Tampoco es culpa tuya que las instalaciones de esta casa sean de los tiempos de Maricastaña.

Ningún color, por chillón e inmejorablemente combinado que fuere puede acallar ese desangelado ser, esa esencia insípida que la naturaleza te ha dado.

Pues, ¿qué decir de la media bañera con escalón, absurdez del diseño industrial donde la haya, una prueba más de que las mentes pensantes que amueblan nuestras vidas no han de padecer sus propios desvaríos? ¿Qué decir de tus aceradas barras, que ni un envite infantil resisten? ¿Qué, por fin, de los enchufes humeantes poliutilizados y los casquillos matabombillas? (un capital me llevo gastado: larga duración, las narices.) De todos ellos, a modo de inmortales, ya sólo puede usarse uno.

 
Que no, no voy a echarte de menos, baño mío, cuando me solace en mi nueva ducha bajo los potentes chorros de la plenitud que me aguarda, con andares caldeados y atavíos concertados al ambiente. Adiós. No miraré atrás ni una sola vez.



Hijas mías: repetid conmigo: el baño de mamá es de mamá, el baño de mamá es de mamá, el baño de mamá es de mamá (y no quiero conocer la furia materna en todo su esplendor), el baño de mamá...
 

viernes, 12 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, y III



Adiós, microondas. A ti sí te quise.
Te quise en cuando te vi en la tienda y te puse en mi lista de bodas. Fue un flechazo.
Te quise cuando hice unas lasañas de llorar de rechupete únicamente con tus propios medios.
Te quise traer conmigo cuando nos mudamos a este nuestro piso que ahora abandonamos sin mirar atrás.

Sólo una vez no te quise, o mejor dicho, te quise, te quise matar: cuando hace un par de meses empezaste a hacer ruidos raros y la cosa acabó en KAPUT.



Mi microondas se ríe de mí.
 
Desde entonces hemos desempolvado (en el sentido más literal de la palabra) los olvidados mini-cazos calientaleches que hasta ahora sólo habían servido para freír huevos. Cada plato de lentejas, alubias y garbanzos pasan por el abrasador abrazo vitrocerámico antes de ser servidas a la mesa. Me las veo y me las deseo para calentar unas patatas fritas o un plato de pasta, sin que todo acabe en un recocido amasijo. Aquella rápida cocción prepuré se ha transformado en lentas evoluciones convencionales, y ya no soy capaz de batir mi récord en preparación de cenas.

Te echo de menos desde que me dejaste, microondas mío. Me partiste el corazón, y el teflón de los cazos, y las ganas de arreglarte.

Modo echándote de menos, on:
 sustitúyase ordenador por microondas

Te dejo por otro, como una microndipromiscua cualquiera. Espero ser muy feliz con un sustituto más joven y bello que me tiene prometidas patatas fritas sin aceite y verduras pseudobraseadas.  
Ciao, bello.


Más que bello, horripirmosísimo.


Hijas mías



No hijas mías, este no.

 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, y II





Adiós, cuerda de la ropa infernal. Ni tu acusada curvatura, que hacía pendular azarosamente nuestra sencilla indumentaria desde tres pisos de altura, ni tu recio y rechinante discurrir por engochinadas ruedecillas, amilanaban a tus esforzados usuarios.

 
Puro arte en movimiento. Eso es lo que era.
  
Adiós a las carreras por ser los primeros en acometerte y doblegarte.
Adiós a la automatizada técnica de alerta mental por vacante filamentosa que nos hacía entrar en fibrilación, incitándonos a poner la lavadora de inmediato.
Adiós al sistema de escuchas del lavarropas colindante.
Adiós a tender a altas horas de la madrugada con la aviesa intención de invadirte toda y que la amanecida te sorprendiera en plena ocupación ante el estupor vecinal.



Otro deporte de cuerda igualmente arriesgado.

  
Adiós. Que no te pase nada. Mayormente, porque algo me dice que aunque te haya abandonado, tendría noticias tuyas.


Hijas mías: que sí, que os importa. Os importa mucho. Y no sólo porque os conviene que vuestros padres no arriesguen la vida sacando medio cuerpo fuera cada vez que hay que tender. Mira que si a partir de ahora es fácil de hacer y os empieza a tocar a vosotras…



martes, 9 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, I



Adiós, lavadora de tres al cuarto.

Eso que tu llamas lavado, en realidad son dos revolcones y medio en agua esblanquiñada acompañado de fragor y estrépito.

No echaré de menos los lavados dobles y triples de seguido por continuar la ropa medio mugrienta, salpicada de máculas e imperfección blanqueante. Ni el doméstico deporte “extracción de ropajes chorreantes con carrera hasta la cuerda dejando un reguero nacarado por media casa”. Ni la cotidiana decepción ante la más pobre evidencia tras fatuas promesas de chorros del oro que quizás, así me gusta pensarlo, en otras condiciones hubieran sido una realidad. Adiós.

  
Algo así, pero con toda la ropa chorreando.

 
Sé que no siempre fue así. Hubo un día en que alegremente pagué los 100 eurazos de vellón que hicieron que fueras mía, y aun el suplemento de transporte: todo me parecía poco para tí. Hubo un tiempo en que tus pequeños defectos se me antojaban simpáticas particularidades en el marco de los dos o tres lavados semanales, y llevaba mi vergüenza bien a la vista sin enrojecer ni un ápice ante reprobadoras miradas de vecinas que lavaban mucho más blanco que yo. Cuando mi vida cambió, y con la mía la tuya, dejaron de hacerme gracia tus achaques a razón de lavado diario. Adiós.


Esto es un adiós definitivo. Ojalá encuentres quien te saque provecho aún, y continúe amortizando tu ya sobradamente amortizado amortizamiento. O que te saquen de ahí, y ya todo sea el fin y la nada juntamente. Hasta nunca. O no. Quizás me haga una ensaladera con tu puerta (no sería la primera vez), permaneciendo así tú a mi lado de un modo particular y quizás único. En cualquier caso, adiós. No lloraré por tí. Ni gota.


 

La publicidad lavadoril y sus promesas de una vida mejor se han apoderado de mí.
 

Hijas mías: sé que pensáis que a vosotras lo de la lavadora os daba igual. No es así. A partir de ahora vais a conocer a una madre distinta. A una madre que tiene una lavadora nueva y eficaz. Y programable. Y eso os afecta, creedme.

martes, 2 de diciembre de 2014

CIRUGÍA CASUAL




La Princesa Caradeardilla levanta la vista de la cena:

- “Mamá, ¿qué te ocurre si te rompes las cuerdas vocales...

… y te tragas un hilo...

…eh?
(póngase cara de: ya sabes por donde voy...)



-         Mamá, ¿qué haces? ¿Qué estás escribiendo? ¿Porqué escribes?¿Qué es eso?




Hijas mías: no es nada. Es… la lista de la compra, que me acabo de acordar que nunca tiene uno suficientes macarrones. Ale, dadle a la sopa.





Que se te forma en la garganta una cosa así.


martes, 25 de noviembre de 2014

NUDO FORGIANO




El Epigrafista, embebido de lecturas pieperianas en lengua original, no puede contener tanta sapiencia dentro de sí.

- “Esto es muy interesante. ¿Sabes cómo se decía “ocio” en griego clásico? Es scolai (o scolei o algo así. Ustedes me perdonarán, pero eran las doce y media de la noche). “De ahí viene escuela. Es increíble. Escuela viene de “ocio”. Y lo contrario del ocio, claro era “negocio”. Ne-gocio. No-ocio.”

-         “Fastuoso. Y entonces ¿“Escuela de negocios”?”
-         “Es una contradictio in terminis.”
-         “Lo sabía.”

Me pasé toda la noche soñando con chistes de Forges.


 
No perder detalle de los fondos
 
Insupereibol
   
Hablando de contradicciones

Hijas mías: Ociar o negociar. Datis.
(Decuestion, datis decuestion).

jueves, 20 de noviembre de 2014

BOTÁNICA JERARQUIZANTE.




         - Mamá, ¿a que no hay ninguna planta que se llame PLANTA SUPERIOR?


        Pues no, hija. Aquí, plantas con ínfulas y pretensiones próceres, las justas.

       (¿Se nota mucho que no hemos pisado un centro comercial?)




          Hijas mías: que no, que no hay PLANTA SUPERIOR  (ni venden cosas, ni nada).
          (Está por ver lo que opinarían Teofrasto, y Linneo, sobre el asunto).  


   
Superior no sé, pero un rato enrevesada sí que es.


La única planta superior que os tiene que importar es ésta. (Fuente).



miércoles, 19 de noviembre de 2014

EMPATÍA CREATIVA



- “Caradefresa, cámbiate los calcetines, que esos están sudados.
- “Y cansados.
- ¿cansados?
- “Si, mamá. Como los pies. Sudados y cansados.

         Es una pena que no podamos cambiarnos de pies.




Hijas mías: hay piezas que no tienen repuesto. Cuidadlas.




Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse.
 



P.S. ¿Será un efecto secundario de usar calcetinas?


Calcetina: uso alternativo. Fuente




martes, 18 de noviembre de 2014

AGUARDE SU TURNO, ENSEGUIDA LE ATENDEREMOS.



           - “¡Todos para uno….
           - “¡Todos para uno, y todos para otro!


Pues claro que sí, Princesa Caradeardilla, hija mía. Y luego otro, y otro, y otro.
A tu lado los mosqueteros son unos mantas.
También te veo futuro como esloganista de oenegés.




Mucho espadachín y muy poca organización es lo que hay.


Solidaridad decimonónica: versión canina.

lunes, 3 de noviembre de 2014

TODAY, IN MOTHER WITH CARD...



El GitanoRubio inquiere, con auténtica incertidumbre:

-         Mamá, ¿yo hablo en inglés?

Dora la exploradora está haciendo mucho daño.


Ahora soy una butterfly que me voy flying flying...
A un mundo beautiful de la dead, digo divine de la dead.



Hijas mías: sé que ahora, cuando vosotras me estáis leyendo, han pasado todos estos años de despropósitos didácticos y la gente ya ha recuperado la cordura. Pero hubo una época en que era así. Cualquier artículo infantil, por bueno o malo que fuere, automáticamente se convertía en óptimo con la inclusión de unos cuantos palabros en inglés. Daba igual si iba a cuento o no. Eso explica la incoherencia que podéis apreciar en vuestros coetáneos.

Ya que viene a cuento, os recuerdo que una gilichorrada lo sigue siendo aunque esté dicha en inglés. O en chino mandarín.

Y ya de paso, no está de más mencionar esta regla de oro: la estupidez es compatible con cualquier otra cualidad personal. Pero con cualquiera. En serio.





viernes, 31 de octubre de 2014

EL DÍA DEL DOCENTE



Ayer: 

-         Mañana es el día del docente.
-         Si, la gente se hace bromas.

No sé si llevarla al otorrino o ponerme a recortar monigotes de papel con birrete y muceta.




Día del docente: de rigurosa etiqueta. Fuente

Si se cruza con alguien así ataviado PRECAUCIÓN:
puede ser usted víctima de una docentada


Hijas mías: a ver si un día me ponéis en el apuro de tener que conseguir un birrete y una muceta para cada una. Pero me tenéis que prometer que no vais a ir por ahí embromando a la gente.



lunes, 27 de octubre de 2014

EN BATERÍA



La Madreconcarné y el Epigrafista están teniendo una de esas sesudas conversaciones de padres.

-         Me parece que la Princesa Caradefresa no canta muy bien.
-         No importa. No creo que Neil Peart cante bien.

Nota al margen: la Princesa Caradefresa ya ha pedido a los Reyes una batería. Cuando se le hace ver la imposibilidad física de meter una batería en casa, dados ciertos principios físicos de poca importancia, como la impenetrabilidad de la materia y la proporcionalidad inversa del impacto de la fatua recuperación económica en los cada vez más mermados capitales familiares, se conformó con dos micrófonos y un tambor. El porqué de dos micrófonos y no uno, ella lo sabrá. Nosotros no. Pero tienen que ser dos.
(No, no tiene nada que ver con el visionado yutubero de un chaval de 6 años baterizando Master of Puppets mejor que el mismísimo Lars.)
 (Le va a dar algo cuando vea la mini batería que se han mercado Sus Majestades.)
 (A ver si resulta que se le va a dar bien y nos tenemos que dejar la hijuela en una batería de las de verdad...)




Así se ve ella.
  

Mucho me temo que lo que conseguirá será esto



Aunque si quieres una de verdad, también podría conseguirte esta.




Por su parte, la Princesa Caradeardilla, fiel a su estilo, ya se ha pedido el cantarín artilugio que lo va a petar estas Navidades. Como cazatendencias vale un Potosí. Angelico.
El otro artefacto solicitado, no existe. A ver que tal se les da a los Reyes Magos el scrapbooking, porque otra solución no le veo. (Desafíos a mí…)




Hijas mías: Sé que os sonará exagerado lo de preparar ciertos eventos natalicios a finales de octubre. Pero algo aprendí en mis muchos, muchos años de trabajo detrás de un mostrador (se me hizo larguísimo, la verdad). Y aún recuerdo cuando tres días antes de Reyes aparecían los despistados de turno pidiendo, con la mayor inconsciencia…, digoooo, nos llegaban pedidos de Sus Majestades de última hora para cosas que llevaban agotadas desde primeros de diciembre (eso, eso, no se ha notado nada). Comprendo que la cara que les poníamos no les debía hacer mucha gracia. Entre cachondeo mal disimulado, Dónde vas, Blas, y ¡Señor, dame paciencia!

Delito tendría no haber escarmentado en cabeza ajena.
Que os pase lo mismo (escarmentar en cabeza ajena y no en vuestras propias carnes, quiero decir). Tan vívida y reiterada experiencia debería surtir efectos al menos en las dos o tres generaciones siguientes.