lunes, 15 de diciembre de 2014

ODA Y ADIÓS, y IV



Adiós, baño infernal. En ti, nada funciona.

No sólo eres frío (qué digo frío, ¡gélido! ¡Mas quisieras que ser infernal!), sino que nada de lo que hemos hecho por ti parece ser suficiente.

 

Tiene el encanto de lo rústico, eso sí
 

Aún recuerdo cuando repristiné el estado originario de tus sanitarios con la sola ayuda de rascavidrios y una buena dosis de aceite de codos, cual trasunto de capítulo Decogarden de bajo presupuesto. Te pintamos, te reembaldosamos, te dotamos de aditamentos a juego, te ornamos con lo más escogido de las obras de arte salidas de mis propias manos. Hasta cambiamos el desaguadero máximo en nuestro afán de verte más chic y menos desaborío (nada tuvo que ver con la perentoria necesidad ni con las goteras a la vecina de abajo). Todo por ti. Todo en vano. 

Claro, tú dirás que qué culpa tendrás tú de que una pésima caldera trasiegue gasoil sin rendimiento ninguno, esquilmando nuestros bolsillos, hasta llegar a la decisión de apagarla (¡cuán crudo es el crudo invierno! ¡cuán crudo, ay, multiplicado por varios enteros!). Tampoco es culpa tuya que las instalaciones de esta casa sean de los tiempos de Maricastaña.

Ningún color, por chillón e inmejorablemente combinado que fuere puede acallar ese desangelado ser, esa esencia insípida que la naturaleza te ha dado.

Pues, ¿qué decir de la media bañera con escalón, absurdez del diseño industrial donde la haya, una prueba más de que las mentes pensantes que amueblan nuestras vidas no han de padecer sus propios desvaríos? ¿Qué decir de tus aceradas barras, que ni un envite infantil resisten? ¿Qué, por fin, de los enchufes humeantes poliutilizados y los casquillos matabombillas? (un capital me llevo gastado: larga duración, las narices.) De todos ellos, a modo de inmortales, ya sólo puede usarse uno.

 
Que no, no voy a echarte de menos, baño mío, cuando me solace en mi nueva ducha bajo los potentes chorros de la plenitud que me aguarda, con andares caldeados y atavíos concertados al ambiente. Adiós. No miraré atrás ni una sola vez.



Hijas mías: repetid conmigo: el baño de mamá es de mamá, el baño de mamá es de mamá, el baño de mamá es de mamá (y no quiero conocer la furia materna en todo su esplendor), el baño de mamá...
 

2 comentarios:

  1. Ya somos dos las que tenemos unas luces caprichosas en el baño. Me toca ducharme siempre en la semipenumbra y habrá quien diga que es romántico pero yo creo que estoy ganando dioptrías. Voy a tener que sumarme a tu afán renovador. Un besote!!!!

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    1. Ten cuidado, porque una vez que se empieza es difícil parar.

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