Se podría decir que el coche del tío Tom iba al completo. Vamos,
lo que sería al completo para el coche normal de las otras personas humanas, esto es, con
todos los asientos ocupados (Tom al volante, El Epigrafista de necesario copiloto, la Madreconcarné detrás
entre Princesa Caradefresa y Princesa Caradeardilla) y el maletero repleto de
equipaje. Pero el coche del tío Tom había hecho memorables viajes tanto o más
largos y mucho más cargado.
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Vamos de paseo, en un auto feo |
En el ambiente retumbaba una y otra vez el repertorio al uso. Y
fue así, entre tallarines semovientes al son de don Pepitos y don Josés con
barba de tres pelos (¡que no se puede
decir pelooooooooos!), que la Madreconcarné tuvo un acceso de Diosabequé flash
de realismo.
- ¿Qué te pasa? - Inquirió Princesa Caradefresa.
- Nada hija – mentí
abanicándome, mientras me ardía la cara y lo que quiera que hubiera en el yeyuno me
supuraba por las orejas.
- No pasa nada, mamá.
También se puede llorar de emoción.
Hijas mías: hay viajes inolvidables. Y luego está este.
P.S. Gracias sean dadas a Tom Bombadil
P.S. Gracias sean dadas a Tom Bombadil
Asistimos así, queridos lectores, a una curiosa transformación: de Tom Bombadil, un viejo con barba y un sombrero con plumas, al TÍO TOM...
ResponderEliminar¿andeandará mi cabaña?
¡Quiero mi cabaña!
Tío Tom
No se qué más quieres. Vas de bueno a mejor.
EliminarNo sé si lo he entendido bien... A veces me desconciertas. Jajaja. Besotes!!!
ResponderEliminar¿Sólo a veces? Entonces no lo estoy haciendo bien...
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