-
“¿Con
qué estás jugando?”
- “Me
lo dio un niño.” (aquí lo primero es salvarse las espaldas).
-
“No
te he preguntado quién te lo dio. Te he preguntado con qué estás jugando.”
-
“Me
lo dio un niño en el patio”
-
“Que
me digas qué es”
-
“Es
una mujer cabra voladora.”
- “¡Pero qué
dices! ¡Cómo va a ser una mujer cabra… ¿¿¿voladora???! ¡Anda! Trae pacá eso…”
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Se puede decir más alto pero no más claro. Es más. Creo que se ha quedado corta. |
Echo
de menos cuando los miembros del género masculino te rondaban regalándote una navaja
multiusos o una cinta métrica. O un tubo de silicona bicomponente. Eran tiempos
más sencillos, y sus signos, fáciles de interpretar (:“no me inspiras flores ni
cajas de bombones, aunque es posible que te aprecie de algún modo”).
Una mujer
cabra voladora… francamente, se me escapa.
Definitivamente los
tiempos cambian.
Hija mía:
nunca volveré a dudar de tu palabra. Ni aunque me digas que estás jugando con un cefalópodo superdotado de fuego interdimensional.
Pues a saber qué significado oculta eso pero oye, las flores se marchitan mientras que las mujeres cabra voladoras son para siempre. Besotes!!!
ResponderEliminarLo malo que tienen las mujeres cabra voladoras es que si las dejan por el suelo y las pisas descalza...
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